Ahora no va bien ni la Universidad. La crisis nos llama, nunca mejor dicho, suben los precios por todos lados, y todo por culpa de estos políticos de pacotilla.
Se me va el ánimo en cuanto enciendo el televisor, se me van las ganas de vivir en España.
Si es que no sabemos organizarnos, lo que es más, lo hacemos todo corriendo y con prisas a ningún lado se llega. Lo peor de todo es que nosotros sólo llevamos 30 años con una democracia constitucionalizada, moco de pavo, es decir, Franca, Inglaterra, funcionan "de puta madre" con su República y tal y cual.
Somos "La España de la Prehistoria", ¡el culmen del egoísmo político europeo!
Pero además, se conoce que pronto vendrá la Revolución, es más, se sabe, se planea, y nadie hace nada por salvarla.
Las manifestaciones actualmente no tienen repercusión ninguna, ¿qué es lo que esperamos, que por arte de magia todo cambie?
Venga ya, hay que despertar, estamos en la "España dormida", hago aquí referencia al filósofo Nietzsche... Sí, todavía no hemos llegado a ese amanecer de la humanidad que tanto esperaba él, ese despertar del hombre.
martes, 7 de diciembre de 2010
martes, 2 de febrero de 2010
La canción del pirata, de José de Espronceda
Con diez cañones por banda,
viento en popa, a toda vela,
no corta el mar, sino vuela
un velero bergantín.
Bajel pirata que llaman,
por su bravura, El Temido,
en todo mar conocido
del uno al otro confín.
La luna en el mar riela
en la lona gime el viento,
y alza en blando movimiento
olas de plata y azul;
y va el capitán pirata,
cantando alegre en la popa,
Asia a un lado, al otro Europa,
y allá a su frente Istambul:
Navega, velero mío
sin temor,
que ni enemigo navío
ni tormenta, ni bonanza
tu rumbo a torcer alcanza,
ni a sujetar tu valor.
Veinte presas
hemos hecho
a despecho
del inglés
y han rendido
sus pendones
cien naciones
a mis pies.
Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.
Allá; muevan feroz guerra
ciegos reyes
por un palmo más de tierra;
que yo aquí; tengo por mío
cuanto abarca el mar bravío,
a quien nadie impuso leyes.
Y no hay playa,
sea cualquiera,
ni bandera
de esplendor,
que no sienta
mi derecho
y dé pechos mi valor.
Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.
A la voz de "¡barco viene!"
es de ver
cómo vira y se previene
a todo trapo a escapar;
que yo soy el rey del mar,
y mi furia es de temer.
En las presas
yo divido
lo cogido
por igual;
sólo quiero
por riqueza
la belleza
sin rival.
Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.
¡Sentenciado estoy a muerte!
Yo me río
no me abandone la suerte,
y al mismo que me condena,
colgaré de alguna antena,
quizá; en su propio navío
Y si caigo,
¿qué es la vida?
Por perdida
ya la di,
cuando el yugo
del esclavo,
como un bravo,
sacudí.
Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.
Son mi música mejor
aquilones,
el estrépito y temblor
de los cables sacudidos,
del negro mar los bramidos
y el rugir de mis cañones.
Y del trueno
al son violento,
y del viento
al rebramar,
yo me duermo
sosegado,
arrullado
por el mar.
Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.
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